Las denominadas “dietas milagro” son aquellas que prometen una pérdida de peso rápida y con poco esfuerzo. No responden a ningún fundamento nutricional y/o científico. Debido a creencias populares, este tipo de dietas aconsejan la ingesta de algunos alimentos de manera desequilibrada y equivocada. Estas dietas contienen una escasa ingesta energética, lo que puede producir alteraciones en el metabolismo. Además, pueden generar deficiencias de vitaminas y minerales (Carlton, 2010), así como efectos psicológicos negativos y trastornos en el comportamiento alimentario. Según la AEDN (Asociación Española de Dietistas Nutricionistas), el 95% de las personas que pierden peso con una “dieta milagro” vuelven a recuperarlo. Se trata del denominado “efecto yo-yó” o “rebote”, por el que, al abandonar la dieta, se recuperan más kilos de los que se han perdido, pudiendo ocasionar problemas de sobrepeso.
Diferentes razones explican estos efectos:
- Al inducir una restricción calórica muy severa, el organismo humano tiende a ingerir más de lo que necesita, lo que provoca una mayor recuperación del peso que se ha perdido.
- La tendencia exacerbada a la recuperación del peso se produce porque las situaciones de semiayuno ponen en marcha potentes mecanismos neuroendocrinos que se oponen a la pérdida de peso: mayor eficacia metabólica, ahorro energético e incremento del apetito, que conducen a una rápida recuperación del peso perdido en cuanto se vuelve a comer «normal», siendo por añadidura ese peso recuperado predominantemente a base de tejido graso.
- Al tratarse de dietas desequilibradas, el cuerpo humano recurre a las reservas de emergencia almacenadas en los músculos. Así, se reduce masa muscular (tejido muy rico en agua) y no grasa, con lo que se elimina mucho líquido en la primera fase, favorecido en algunos casos por el consumo de diuréticos, lo que conduce a una llamativa pérdida de peso. Por eso se pierde peso rápidamente. Este tipo de dietas son muy fáciles de distinguir; aseguran una gran pérdida de peso en poco tiempo (más de 5 kg. al mes) y sin esfuerzo. Con el intento de garantizar su marketing (resultado), se les suele dar nombre de clínicas de adelgazamiento famosas, actrices, médicos, etc. Sin embargo, debemos desconfiar de las dietas que nos prometen perder más de 0,5kg. / 1kg. a la semana.
En estos últimos años, los datos disponibles de sobrepeso y obesidad en la población, indican según la Organización Mundial de la Salud, que estamos ante uno de los problemas de salud pública más preocupantes del siglo XXI, dada la morbimortalidad que ello conlleva (OMS, 2005). Su tratamiento se basa, en la combinación de dieta y ejercicio físico (Arrebola et al., 2011) y si alguno de los dos componentes resulta inadecuado, normalmente los resultados suelen acabar en fracaso y esta falta efectiva de resultados lleva a muchas personas obesas o con sobrepeso a acudir a otras medidas que están fuera de los cauces adecuados.
En una sociedad como la nuestra, en el que la imagen y la obsesión por el culto al cuerpo está en todos los ámbitos publicitarios, alcanzar esa imagen, nos puede llevar a extremos que terminen en problemas de salud muy graves, si para conseguirla, se utilizan métodos poco recomendables y nada saludables, como puede ser el hecho de seguir dietas de adelgazamiento drásticas y utilizar productos “mágicos” o no tan “mágicos”, a los que se les atribuyen unas propiedades que no tienen.
En resumen, las dietas muy restrictivas, muy bajas en calorías, aunque consiguen que el peso disminuya a corto plazo, constituyen un riesgo inaceptable para la salud ya que pueden:
1. Agravar el riesgo metabólico de las personas.
2. Provocar desnutriciones proteicas y déficit en vitaminas y minerales.
3. Desencadenar trastornos del comportamiento alimentario (anorexia y bulimia), a veces de mayor gravedad que el exceso de peso que se pretendía corregir.
4. Producir efectos psicológicos negativos.
5. Favorecer el efecto rebote.
[Fuente: Aesan (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) – Dietas milagro.]